G20: las urgencias no bajan
Ex embajador en Nueva Zelanda y China, profesor de la UNAB
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Fernando Reyes Matta
Sin duda el presidente argentino, Mauricio Macri, tendrá los ojos muy abiertos al participar en una nueva Cumbre del G20, esta vez en
Hangzhou, hermosa ciudad de China. Ver cómo se conduce el debate para tratar de mantener el centro en la agenda principal, pero ver también como las citas bilaterales y las declaraciones inesperadas sobrepasan el sentido mismo del encuentro dedicado a la marcha económica mundial. Macri observará todo no sólo con el interés de un debutante, sino porque ya está programado que la Cumbre del G20 de 2018 tendrá lugar en Argentina.
Si el país trasandino tiene un rostro nuevo en su representación, lo mismo ocurre con Brasil. Allí estará Michel Temer, apenas entronizado como presidente constitucional de Brasil tras encabezar la operación política que destituyó a Dilma Rousseff del mando. Pero también debutará la Primer Ministra británica, Theresa May, cuya tarea principal será defender el Brexit. El presidente Barak Obama culminará sus ocho años en el G20 sabiendo que Alemania y Francia ahora dicen no al TTIP (el acuerdo de inversión y comercio con Europa). Y también habrá novedades con Recep Tayyip Erdogan de Turquía (anfitrión el año pasado de esta cumbre) convertido ahora en un cercano a Moscú.
Por ello, el presidente Xi Jinping sabe que no será fácil mantener al G20 concentrado en lo que debe ser: dar orientaciones y hacer ajustes a una economía global de bajo crecimiento y desequilibrios financieros crecientes. Pero insistirá, desde la fuerza de su presidencia rotativa del grupo ( y ser la segunda economía en el mundo) en los temas centrales de la agenda: fortalecer la coordinación de políticas y abrir un nuevo camino para el crecimiento, lograr una gobernanza financiera global más eficiente y eficaz, dinamizar el comercio e inversión internacionales y alcanzar un desarrollo inclusivo e interconectado.
Y, lógico, China y su gobierno además buscará demostrar que su “nueva normalidad” es un proyecto complejo pero necesario, que el reenfoque de sus metas pasan por crear nuevos focos de crecimiento sustentado en dos ámbitos claves: consumo interno de más calidad e innovación con tecnologías de avanzada.
La cuestión principal de esta cita en China pasa por la tarea conjunta de revitalizar la economía y estabilizar el mercado financiero global, teniendo como objetivo mayor abrir un nuevo horizonte para el G20. No cabe esperar milagros, pero los que están allí son lo que son: una especie de club de países desarrollados y otros emergentes, el cual concentra 85% del PBI global, 80% del comercio y las dos terceras partes de la población del planeta.
¿Qué cabe esperar de esos 19 países más la Unión Europea? Que resuelvan estrategias con la mirada no sólo en la coyuntura sino en el largo plazo. Todo indica que inversión y gasto debieran movilizar nuevas vías para el crecimiento, avanzando además en desarrollo social, lo que no es poco cuando se piensa en estabilidad interna y externa.
La cumbre G20 del año próximo será en Alemania. Pero también allí habrá novedades: hay elecciones presidenciales en Francia en abril y Alemania las tendrá después del verano. Y, como se ve, Hillary Clinton representará a Estados Unidos. Justo empezará un nuevo tiempo internacional cuando llegue la reunión del 2018 en Argentina. En ese marco, son oportunas las recientes afirmaciones de Rosendo Fraga, analista político argentino: “Ya que la Argentina será sede en 2018 deberíamos aprovechar la oportunidad para establecer algún tipo de mecanismo formal de consulta con México y Brasil, articular políticas ya que no tenemos otro ámbito para hacerlo. Y también buscar mecanismos de consulta con el resto de los países de la región”.
Ojalá eso ocurra, sería una demostración de madurez política tras las crisis de crecimiento que ahora vivimos.